La inyección venenosa potencialmente mortal de alcaloides de la piperidina por la hormiga de fuego. La hormiga se fija a si misma a la piel con sus mandíbulas e inyecta el veneno a través de un aguijón situado en la parte posterior de su abdomen; la hormiga inyecta repetidas veces al mismo tiempo que gira su cuerpo alrededor del punto de fijación.
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