Los movimientos religiosos que surgieron en culturas que estaban en desarrollo, como producto del impacto entre la tecnología moderna y el mercantilismo. Por ejemplo, esta corriente apareció en el siglo XIX en Melanesia y Nueva Guinea cuando los centros comerciales y la administración colonial europeos impusieron su influencia. El hecho de poseer cargamentos de bienes para comercializar, se transformó en un rasgo característico de prosperidad. Las culturas nativas tradicionales se vieron debilitadas al entrar en contacto con los occidentales, aunque fueron incapaces, o se negaron de forma deliberada, a adoptar la cultura occidental como alternativa de vida. Los grupos nativos se desarrollaron en torno a líderes mesiánicos, quienes prometían una nueva era de bendiciones y de salvación, que sería precedida por el arribo de un cargamento especial de bienes desde Europa. Invocaron a sus dioses tribales, a héroes culturales o simples ancestros para que ayudaran a expulsar a los extranjeros, como realizaron también distintos tipos de ritos para acelerar la llegada de los tan esperados bienes desde Europa. La II Guerra Mundial llevó consigo una gran desorganización cultural a la zona, por lo que surgieron nuevas confesiones. Acabada la contienda, a pesar de la retirada del personal militar, los miembros de algunos cultos construyeron pistas de aterrizaje, creyendo que los aviones seguirían aterrizando y llevando nuevos fletes.
Los miembros de aquellos cultos no asociaban la llegada de la carga esperada con el sistema económico occidental que la producía, por lo que no podían entender el porqué de los retrasos. Por último, y ante esta situación, los líderes fueron perdiendo credibilidad ante las profecías incumplidas y los grupos se disgregaron. La existencia de los cultos del cargo ha merecido distintas interpretaciones. Una explicación es que son movimientos sociales, que ayudan a la gente a afrontar sus problemas de contacto y cambio cultural (véase aculturación). Dado que en el presente expresan insatisfacción con respecto a las condiciones culturales, su existencia también se explica como el intento por lanzarse en un proceso de redención, a través del cual, se reconstruiría el orden ético y social.