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cuidados de las úlceras por decúbito

Se define como el hecho de llevar a cabo todas las medidas posibles para la facilitación de la curación de las úlceras por decúbito: intervención de enfermería recogida en la Nursing Interventions Classification (NIC).
Es el tratamiento y prevención de las úlceras que se producen con mayor frecuencia sobre el sacro, los codos, los talones, las partes externas e internas de los tobillos, las caderas, las láminas de la escápula y los bordes de las orejas en pacientes inmovilizados, en especial en obesos, ancianos o quienes padecen infecciones, lesiones o un estado de nutrición deficiente. Método: las úlceras por presión pueden prevenirse cambiando de posición al paciente inmóvil cada 2 horas o menos, manteniendo la piel seca e inspeccionando las áreas de presión cada 4 a 6 horas en busca de signos de enrojecimiento. La ropa de cama se mantiene seca y sin arrugas; para levantar al paciente se usa una sábana o un elevador mecánico; el paciente se mueve frecuentemente en la cama, pero no se le permite estar sentado en el mismo sitio durante más de 30 minutos. A los pacientes vulnerables se les puede prescribir una dieta rica en proteínas, vitaminas y hierro. Una medida profiláctica es el cuidado diario de la piel, en el cual todas las áreas se lavan, aclaran y secan minuciosamente y se frotan suavemente con loción sobre las prominencias óseas. Tras la defecación o la micción, las áreas perianal y perineal se lavan con agua y jabón. Dispositivos preventivos son colchones de aire, colchones de flotación, pieles de cordero, almohadillas de silicona, cojines de espuma para las sillas de ruedas y protectores de talones y codos. Los decúbitos en estadio I, caracterizados por enrojecimiento que no desaparece con la estimulación circulatoria o la eliminación de la presión, y las lesiones en estadio II, que implican excoriación, vesiculación o roturas de la piel, se tratan de manera similar. El área se limpia cada 8 horas como se indica con jabón suave y agua, peróxido de hidrógeno diluido o solución salina, y se enjugan hasta que estén secas. Para aumentar la circulación se realiza masaje suave sobre el área que rodea la lesión y ésta se expone cada 2 a 4 horas durante 15 minutos al aire, a la luz del sol o a la lámpara térmica. Puede aplicarse al área polvo de Karaya, pomada A+D, tintura de benzoína o povidona yodada, pero si no hay mejoría en 48 horas se intenta una clase de apósito diferente. En todo momento se evita la presión y la irritación de las áreas excoriadas. Los decúbitos en estadio III, en los cuales existe pérdida de todo el espesor de la piel, y las úlceras por presión en estadio IV, que invaden característicamente las fascias, el tejido conjuntivo, el músculo y el hueso, requieren un tratamiento más amplio. Se da la vuelta al paciente cada 1 o 2 horas, y la lesión se irriga con solución salina cada 6 a 8 horas. El área afectada se expone al aire 15 a 30 minutos cada 2 a 4 horas y a la lámpara térmica durante 15 minutos cada 4 a 6 horas. Las úlceras pueden ser incindidas, desbridadas y cubiertas con apósito no adherente fijado con esparadrapo antialérgico. En la herida pueden aplicarse preparaciones con enzimas proteolíticas, antibióticos o povidona yodada. Intervenciones: la enfermera representa el papel principal en la prevención de las úlceras por presión y en su tratamiento si se presentan, dando vuelta al paciente a intervalos frecuentes, aplicando las medicaciones prescritas y los apósitos a las lesiones y evitando frotar enérgicamente en la administración del cuidado diario de la piel. La enfermera lleva a cabo ejercicios activos o pasivos con masaje de las extremidades del paciente y, cuando esté indicado, hace los preparativos para incisión y desbridamiento de las úlceras avanzadas. Criterios pronósticos: las úlceras de decúbito suelen ser resistentes al tratamiento, las grandes áreas de ulceración pueden ser peligrosas para la vida, especialmente en un paciente debilitado. El cuidado pronto y continuado de las lesiones iniciales puede prevenir la invasión del tejido subyacente y estimular la cicatrización. La enfermera puede estimular la cooperación y la participación del paciente en un plan de cuidados de enfermería que incluya todas las medidas preventivas. Se subraya la importancia del cambio frecuente de posición, la sequedad, la limpieza y la buena nutrición.