El estilo, la tipología y la técnicas de trabajo o de manufactura (tejidos, objetos de piedra, armas, etc.) realizados por las poblaciones polinesias de los maoríes a partir de su llegada a la actual Nueva Zelanda, entre los siglos IX y X d.C.; sin embargo, el concepto de arte no tiene cabida en la cultura maorí, en la cual no existen palabras que nombren clases de productos o tipologías decorativas destinadas al goce estético. La mayor parte de los objetos a los que hoy atribuimos un valor artístico nace con una función práctica o religiosa, y se considera precioso por haber sido heredado de sus antecesores y ser depositario de un significado mágico y religioso; como ejemplo, los refinados objetos sagrados llamados taonga, con una reconocible calidad artística, son venerados por sus atributos y dones espirituales, es decir, por su mauri (fuerza vital), su mana (prestigio) y su korero (valor histórico y mitológico).
En la cultura maorí no existe, por tanto, la separación, propia del mundo occidental, entre la esfera material y la espiritual; no se da tampoco la distinción entre las artes puras y las artes aplicadas. La expresión toi whakairo puede ser utilizada para identificar objetos relacionados con las artes figurativas y otros tipos de arte, tales como la danza, el canto, la poesía o los encantamientos. Toi es, de hecho, un vocablo antiguo que se refiere al arte, al conocimiento, a los orígenes y a las fuentes de inspiración, mientras whakairo indica todo tipo de decoración, como la pintura y el tatuaje. La historia del toi whakairo se puede dividir en dos periodos: el llamado mundo antiguo (siglos IX a XIX), durante el cual los maoríes desarrollaron una tradición artística propia independiente de las influencias externas, y la era del nuevo mundo, en la cual la sociedad y la cultura de este pueblo recibieron la influencia de la colonización europea.
– Siglos IX-XIX; En siglos pasados, los maoríes eran una tribu muy belicosa, dedicada al arte de la guerra. Las distintas comunidades vivían en asentamientos situados en colinas fortificadas, protegidos por fosos o empalizadas; la producción de armas para el combate cuerpo a cuerpo era bastante común. Su habilidad técnica y el gusto por la elaboración de la piedra, del hueso y de la madera son evidentes sobre todo en los relieves que se tallaban en la proa y la popa de las grandes canoas de guerra, decoradas con rígidas figuras de guerreros con gestos hostiles; también se realizaban pequeñas cajas de jade decoradas con plumas y pendientes denominados hei tiki, que representaban a los antepasados. El primer contacto entre maoríes y europeos del que se tiene noticia sucedió en diciembre de 1642, entre los guerreros de la región de Tai Tapu (Golden Bay) y los marineros de uno de los barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Un joven holandés dibujó en su cuaderno una de las embarcaciones de los indígenas, la waka taua, dotada de dos timones y velas triangulares de tela.
La recogida de manufacturas artesanales y artísticas maoríes (sobre todo taonga) y el estudio sistemático de la cultura local, iniciados ya durante la primera expedición del capitán James Cook, fueron continuados en las exploraciones sucesivas. Los dibujos que se conservan hechos por los marineros, junto con las descripciones de los diarios de a bordo, permiten hacerse una idea del toi whakairo en la fase anterior a la colonización europea. Además de accesorios y ornamentaciones propias de los guerreros, se conservan las magníficas telas realizadas por las mujeres maoríes y numerosos relieves en madera que muestran una gran habilidad técnica y un gusto artístico sin precedentes entre los distintos pueblos de las islas del Pacífico. Los relieves llamados Te Potaka, procedentes de Te Kaha, en la costa occidental de la bahía de Plenty (encontrados en torno a 1780, restaurados en 1818 y conservados en el Museo de Auckland), son los taonga más refinados de la época precolonial.
– Siglos XIX Y XX; En 1840 un tratado reconoce a los maoríes como súbditos británicos. Desde entonces el arte local reflexiona sobre la experiencia cultural de la convivencia con los colonizadores. Los waka taua, que en un tiempo habían sido símbolos de prestigio de la identidad local, fueron olvidados, junto con las armas y otros objetos tradicionales; muchos de los tipos y estilos de relieve también desaparecieron, y los tejidos locales comenzaron a ser sustituidos por otros importados por los europeos. La principal forma de arte que ha sobrevivido sin interrupciones desde los tiempos más remotos es la de la construcción y decoración del whare (casa), edificio de significado simbólico, con funciones no solo de habitabilidad, sino también sociales y religiosas, perfectamente estructurado y decorado con relieves. El whare, que se abre al marae (espacio abierto reservado al rito), es la imagen de la identidad tribal maorí. Considerado de origen sagrado, la tradición del whare llega hasta las raíces del pasado remoto polinesio; la datación a partir del carbono 14 de los restos más antiguos encontrados hasta ahora indican que la típica planta rectangular y el techo de paja, que se alarga sobre la parte anterior hasta formar un pórtico, eran elementos muy extendidos ya en torno al año 1180.
Entre los siglos XVIII y XIX la articulación de las distintas partes del whare sufrió algunas modificaciones. Gracias a eficaces arneses de metal introducidos por los europeos, se produjo un gran refinamiento en el arte del relieve; se multiplicaron los paneles de cuerda decorados con distintos motivos y las diferentes esterillas para la distribución interna de la casa. Cada fase del trabajo de construcción del whare queda ligada al respeto de unas normas precisas y tapu (restricciones) y se acompaña de ciertos rituales. Hasta finales del siglo XIX el whare, una vez terminado, era considerado durante unos 40 o 50 años (aproximadamente una generación) como una entidad viva, generada y nutrida por los hombres, y partícipe de su existencia.
– Tendencias Contemporáneas; Hoy día, los artesanos dedicados a la creación de relieves y los constructores de whare aceptan el uso de materiales modernos y acogen también elementos estilísticos inspirados en nuevas modas, en caso de que no se opongan a las reglas de la tradición. El New Zealand Maori Arts and Crafts Institute de Rotorua representa desde 1963 la mayor institución para el aprendizaje de las artes tradicionales. A finales de la década de 1940 el arte maorí fue introducido como materia en las escuelas neozelandesas, y jóvenes artistas indígenas se convirtieron en profesores especializados en las artes tradicionales. El renacimiento de las antiguas técnicas de tejido fue promovido con el apoyo de la Maori Women’s Welfare League, fundada en 1951 por Rangimarie Hetet, famosa artista neozelandesa, y hoy continuado por su hija Diggeress Te Kanawa.
La arquitectura, entendida según los cánones occidentales, es una disciplina que por ahora pocos maoríes han afrontado. John Scott, el primer maorí famoso en este campo, ideó para la Futuna Chapel de Wellington (1961) un proyecto que por la combinación de valores maoríes y occidentales fue considerado como el punto de partida de una arquitectura neozelandesa original. La orientación brutalista del arquitecto Wiremu Taurau Royal se demostró en el Christchurch Polytechnic Maori Studies Centre (terminado en 1995). Entre los arquitectos más jóvenes, cercanos a tendencias posmodernas, Rewi Thompson se distingue por la audacia y la creatividad de sus proyectos.
En 1975, después de la marcha al parlamento destinada a definir los derechos sobre la propiedad de las tierras, comenzó a producirse una mayor participación de los maoríes en la vida política. Toda la producción maorí contemporánea se encuentra llena de ideas nacionalistas. El interés nacional por el arte maorí fue suscitado por Te Maori, una exposición de taonga antiguo y tradicional celebrada en el MOMA de Nueva York en 1984. Este evento contribuyó a modificar la visión occidental en torno a la producción artística de los maoríes, considerándola no ya de forma etnológica, sino dotada de un valor estético.
A partir de 1990 se produjo el nacimiento de un arte maorí urbano. El racismo fue el tema central en la película de animación de Lisa Reihana Wog Features (1990), y también en las pinturas de Peter Robinson tituladas New Lines / Old Stock (1994). Shane Cotton reelaboró el arte popular maorí en imágenes poéticas y nostálgicas. El biculturalismo oficial se hizo patente en las grandes exposiciones de la última década del siglo XX, como la de escultura organizada por Brett Graham en 1992, que celebraba el aniversario del descubrimiento europeo de América y Nueva Zelanda (1492 y 1642), y otra sobre el arte neozelandés contemporáneo presentada en Frankfurt en 1995, titulada irónicamente Cultural Safety (seguridad cultural), en la cual se expusieron obras de Michael Parekowhai, Peter Robinson y Jacqueline Fraser.