La música de los países islámicos arte vocal e instrumental desarrollado por los pueblos del mundo islámico, una región que se extiende desde la costa atlántica del norte de África al sureste de Asia, e incluye gran parte de África, el Sureste asiático, Asia central y el subcontinente de la India. A pesar de las diferencias regionales y culturales, las artes musicales de los distintos pueblos musulmanes poseen unos rasgos que las identifican como una unidad. Estas características resultan más evidentes en los países cercanos al nacimiento del islam, los países árabes del Próximo Oriente y norte de África, así como Turquía e Irán. Más alejados de esta base, las huellas de la música islámica se muestran menos consistentes, a pesar de lo cual a menudo son muy pronunciadas. El canto llano coránico de Malaysia y las islas Filipinas, por ejemplo, en esencia no se distingue del canto llano del Próximo Oriente, mientras que la poesía cantada de Afganistán, en Asia central es notablemente fiel a sus modelos del oeste de Asia. Por otra parte, la música de los conjuntos de gongs del Sureste asiático pertenece a un sistema musical diferente, anterior al islam.
De los dos tipos básicos de música en el mundo islámico, uno de ellos podría llamarse prosa musical, dado que sus ritmos son libres en lugar de ajustarse a un compás, y la técnica de interpretación que emplea es muy improvisatoria. Dicha prosa musical queda ejemplificada por numerosos géneros vocales e instrumentales. Su prototipo es el canto litúrgico, o cantilena, del Corán (llamado qiraah, ‘lectura’). El segundo tipo puede describirse como poesía musical, ya que, al igual que la poesía verbal, muestra unos patrones rítmicos repetidos con regularidad. Si bien utiliza también algunos elementos de la improvisación, los géneros de la poesía musical suelen basarse en una melodía ya compuesta o de origen tradicional.
1. Divisiones; Ambos tipos de música revelan una preferencia por dividir la música en segmentos reconocibles. Esta característica puede apreciarse en el canto del Corán que se escucha por radio y televisión, en bodas y funerales, y en los acontecimientos públicos, así como cinco veces al día durante las oraciones. Dependiendo del intérprete, de su región de origen, o del contexto, así será la división de la cantilena coránica en frases musicales separadas por silencios cortos o largos. Las divisiones en los otros géneros a veces son resaltadas por silencios similares. Estas partes también pueden estar articuladas por cambios bruscos, del intérprete, de la orquestación, del modo melódico o rítmico, del nivel sonoro, del tipo de ritmo (acompasado o libre) o de otros elementos.
2. Complejidad; A través de los siglos, los musulmanes han utilizado no sólo los intervalos de semitono y tono con el que está familiarizado el oído occidental, sino también los intervalos de cuarto de tono, tres cuartos de tono, cinco cuartos de tono y tono y medio. Además, existen varios tamaños de semitonos y tonos enteros que vienen a aumentar el vocabulario sonoro y a incrementar las posibilidades de complejidad tonal. Para realizar un segmento idéntico con escalas de tres, cuatro o cinco tonos, se escogen algunos de estos intervalos. Para formar una escala de una o dos octavas de extensión que defina el modo melódico, o maqam (en la música persa, dastgah) sobre el cual se base la improvisación o la composición, se combinarán, a su vez, unos segmentos similares o distintos de los del ejemplo anterior. La estructura rítmica no es menos compleja ni prolífica. En lugar de los compases regulares de dos, tres, cuatro o seis pulsos, los musulmanes prefieren la prosa musical no acompasada e improvisada, así como los complejos modos rítmicos de la poesía musical. El modo rítmico (iqa) consiste en un patrón repetido de hasta 24 (y a veces más) pulsos. La ornamentación aumenta aún más la complejidad de la línea melódica. Difícilmente se toca alguna nota sin algún tipo de embellecimiento o técnica de repetición.
3. Abstraccionismo; La música islámica, al igual que sus artes visuales, consiste en una forma abstracta. Los cambios en el tono, modo, ritmo y en el tempo muestran poca relación con el contenido extramusical de una obra interpretada (el ambiente o sentimiento del relato del texto). En lugar de ello, el músico manipula los elementos musicales a fin de subrayar las divisiones estructurales. Se evita la armonía, es decir, el elemento musical probablemente con mayor capacidad para servir de vehículo a un relato o sentimiento. La atención se centra en la complicación modal y rítmica de una línea melódica única. Incluso dentro de un conjunto, los músicos tocan al unísono o de forma heterofónica (variando simultáneamente la misma melodía).
4. Combinaciones modulares; La música islámica también puede ser descrita como modular, ya que se estructura mediante la unión artística de motivos melódicos y rítmicos cortos, en lugar de usar melodías largas y unificadas. Estos motivos se elaboran con variaciones intensivas, lo que despierta el interés del oyente que vuelve a oír una y otra vez esas joyas modales o rítmicas. Estos módulos se combinan en segmentos que pueden repetirse o combinarse con otros segmentos. De ahí que las frases, secciones y estribillos sirvan también como unidades modulares.
5. Repeticiones; El uso de la repetición en la música islámica se evidencia en la reiteración idéntica o variada de motivos, notas importantes del modo melódico, y frases, líneas o secciones del estribillo. Incluso las notas largas se descomponen durante la interpretación, y se utilizan como sonidos repetidos o como ornamentaciones con varios intentos de retorno a la nota principal. Otro elemento reiterativo es el ciclo rítmico (iga) que se repite a lo largo de una pieza o sección. También se repiten algunos motivos rítmicos cortos, lo que sirve para unificar aún más la improvisación o composición. El retorno a la frase del motivo o del estribillo suele coincidir con el final de un ciclo rítmico, con una vuelta a la nota más importante del modo melódico (maqam), o con ambas situaciones (lo que crea una especie de rima musical).
6. La cualidad de lo interminable; Dado que cualquier interpretación se compone de una serie de unidades autónomas que se repiten y varían, resulta difícil apreciar que el final de una sección en particular es más definitivo que el de otra. Cada frase o segmento tiene su parte de tensión estética, y el retorno de algunos o de todos los elementos de la repetición o rima musical aporta su propio sentido de finalización.
– Instrumentos; Quizá el instrumento más importante de la música islámica sea la voz humana, que suele utilizarse con un acompañamiento mínimo o inexistente. Existen laúdes de pulso en variedades de mástil largo o corto. El más importante de éstos, tanto en la interpretación como en los escritos teóricos, es el ûd que se parece a su derivado, el laúd europeo. También son importantes los laúdes de arco o violines, con muchas variedades que llevan el nombre de rabâb. Los instrumentos de viento más importantes son los de doble lengüeta (de la familia del oboe) y la flauta de caña que se sopla por un extremo. El tambor de membrana única y forma de copa (tablâ, darabukka) y el pandero (daff, riq, bendir) están entre los instrumentos de percusión más utilizados. Los tambores de doble membrana y los pequeños timbales les siguen muy de cerca en popularidad.
– La respuesta del público; Dado que cualquier actuación está compuesta por una serie de secciones musicales independientes, el público puede mostrar su aprobación al final de cada una de las partes, en lugar de tener que esperar a la conclusión de la presentación. La reacción puede traducirse en aplausos, pero más a menudo en exclamaciones espontáneas como Allah! (literalmente, ‘¡Dios!’). Dichas interjecciones del público dan apoyo a los músicos, y les anima a comenzar otra sección.
– El argumento de la legitimación; La sociedad islámica ha sido testigo de una larga controversia sobre la naturaleza de la música. Tradicionalmente se consideraba que había que controlar la música vocal e instrumental para sostener la moral de la comunidad. No existe una música que se acerque más a este objetivo que el canto coránico. Se han apreciado, tolerado e incluso condenado otras músicas, siempre según la tolerancia de cada sociedad islámica en concreto. Si determináramos una línea continua para la música, el canto coránico estaría en un extremo, como modelo de perfección, y en el opuesto encontraríamos la música considerada artísticamente divergente y moralmente debilitante. Este último tipo de música se considera ilegítima para los musulmanes, tanto si se es ejecutante o como si se es oyente. Por otra parte, el canto coránico nunca ha sido descrito como música para mantenerlo alejado de cualquier tipo de asociación o influencia de géneros menos favorecidos o desaprobados. Si bien la música ha florecido en todos los siglos de la historia del islam, la dificultad que entrañan sus muchos tipos de músicas y músicos sigue siendo una realidad cultural vigente.