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música de cámara

La música que requiere un número reducido de ejecutantes, desde tres (trío) a ocho o nueve (octeto y noneto), que actúan como solistas.

La música de cámara de alrededor de 1750 estaba principalmente compuesta para cuarteto de cuerdas (dos violines, una viola y un chelo), aunque también han sido populares los dúos, tríos y quintetos, éstos últimos con cuatro instrumentos de cuerda y un piano o un instrumento de viento. Esta música estaba, en principio, destinada a actuaciones privadas. Los conciertos públicos de música de cámara comenzaron a tener lugar sólo a partir del siglo XIX. La música profana de la edad media y el renacimiento (1450-1600) estaba generalmente compuesta para pequeños conjuntos vocales e instrumentales. La mayoría de las composiciones eran piezas vocales a tres, cuatro y cinco voces. Los grupos instrumentales simplemente tocaban esta música vocal de cámara usando cualquiera de los instrumentos deseados o disponibles en esa época.

El primer gran ejemplo de lo que hoy día identificamos como música de cámara apareció en Inglaterra a finales del siglo XVI y principios del XVII. En esa época se escribió una gran cantidad de música para grupos de cuatro a siete violas, conformando lo que se llamaría viol consort o conjunto de violas. Era una música de carácter íntimo y a menudo intensamente emotiva. Una de las formas más típicas para la cual se ha escrito música de violas es In nomine, una fantasía basada en una vieja melodía de canto llano que se hizo famosa por utilizar las palabras ‘In nomine Domini’ de una misa del compositor John Taverner de principios del siglo XVI. Christopher Tye compuso 20 arreglos de In nomine que revelaron el continuo desarrollo de un estilo instrumental característico. Para ello utilizó la totalidad de las seis cuerdas de las violas y su capacidad para interpretar grandes saltos melódicos. William Byrd escribió 7 arreglos. Esta forma continuó vigente durante el siglo XVII, cuando Henry Purcell produjo dos magistrales arreglos, a seis y siete partes, alrededor de 1680.

En la era del barroco (1600-1750), cobraron importancia, primero en Italia, y más tarde en la Europa más al norte, dos géneros instrumentales: la sonata da chiesa o sonata de iglesia, y la sonata da camera o sonata de cámara. En la música instrumental, así como en la vocal, la textura musical presente en todas las obras consistía en situar una melodía en la parte superior, y apoyarla con el bajo continuo (una melodía de bajo interpretada, por ejemplo, con el chelo o el fagot, cuyas armonías rellenaban el laúd, el clavecín o el órgano). Los géneros principales de la música de cámara eran las sonatas en trío, en realidad sonatas da chiesa o da camera compuestas para dos violines solistas (o flautas u oboes, a veces dependiendo de la elección de los intérpretes), más un continuo. Las sonatas solistas estaban generalmente escritas para violín y continuo. No obstante, las sonatas en trío también podían tocarse, si así se deseaba, en un conjunto mayor, de seis a ocho intérpretes. Además, se componían cantatas de cámara para voz solista y continuo, así como dúos vocales con continuo, que de hecho sirvieron de modelo a la sonata en trío.

El compositor más destacado del siglo XVII de sonatas en trío y sonatas solistas fue el italiano Arcangelo Corelli, cuyas obras influyeron en la música de cámara de Henry Purcell y, más adelante, del compositor francés François Couperin y el alemán nacionalizado inglés Georg Friedrich Händel, así como en Johann Sebastian Bach. No obstante, en la época de Händel y Bach, se había eliminado la distinción entre las sonatas de iglesia y las de cámara, mientras que la sonata de trío contenía elementos de ambas.

Durante el clasicismo (1750-1820), el compositor austriaco Joseph Haydn escribió música de cámara en un estilo que lo distinguía de otras músicas para conjuntos. Resulta importante destacar que los predecesores del nuevo estilo provenían de géneros de la música ligera vienesa como el divertimento y la serenata. Estas composiciones, interpretadas al aire libre por grupos de instrumentos de cuerda y viento, abandonaron el uso del continuo y, en cambio, utilizaban instrumentos de tesituras intermedias para rellenar las armonías. Haydn estableció el cuarteto de cuerdas como el conjunto de música de cámara por excelencia. La forma en cuatro movimientos de sus cuartetos fue la predominante durante la era del clasicismo. La sonata clásica, como tal, surgió de sus cuartetos marcada especialmente con un juego de forja, complejo e íntimo, entre los cuatro instrumentos. Haydn otorgó a cada uno una condición de igualdad, sin utilizar ninguno de ellos como simple relleno armónico. Sus cuartetos de cuerda influyeron, y fueron influidos, por los de su compatriota Wolfgang Amadeus Mozart. Su sucesor, Ludwig van Beethoven, alargó enormemente las dimensiones del cuarteto de cuerdas, a la vez que preservó su carácter íntimo.

La música de cámara del romanticismo (1820-1900) fue desarrollada, especialmente, por aquellos compositores que fusionaron este estilo con cierta inclinación clásica. Ejemplos de ello son el austriaco Franz Schubert y el alemán Johannes Brahms. Durante este periodo, Schubert, Schumann y Brahms continuaron cultivando la forma del trío para piano, violín y chelo que habían establecido Haydn y Beethoven. Pero también comenzaron a establecerse otras combinaciones instrumentales, diferentes del cuarteto de cuerdas, como el quinteto de cuerdas (un cuarteto al que se añadía una viola o chelo adicionales), el sexteto de cuerdas (con viola y chelo adicionales), y el cuarteto para piano (piano más tres instrumentos de cuerda). Quizá la evolución más importante haya sido la consolidación de la sonata para instrumento melódico acompañado por piano. Una vez más la figura que hay que destacar es Beethoven, que compuso 10 sonatas para violín de este estilo, así como 5 para chelo, que son el modelo para sus seguidores. Schumann, Mendelssohn y Brahms, con sus sonatas para violín, chelo o (en el caso de Brahms) clarinete, dieron un nuevo sentido de profundidad y seriedad a unas formas que derivaban en parte de la sonata solista del barroco, pero también de los ligeros divertimentos vieneses.

En el siglo XX surgieron varias tendencias en la música de cámara. Los géneros clásicos como los cuartetos de cuerdas acusaron la influencia de lenguajes y técnicas contemporáneas en los trabajos de los compositores franceses Claude Debussy y Maurice Ravel, del húngaro Béla Bartók, cuyos 6 cuartetos de cuerdas forman una de las contribuciones más importantes a la música de cámara del siglo XX, de los austriacos Arnold Schönberg, Alban Berg y Anton von Webern, del compositor Dmitri Shostakóvich y del alemán Paul Hindemith. Los conjuntos de música de cámara de composición variada (incluyendo instrumentos como las voces, el arpa, la guitarra, los vientos o la percusión) se convirtieron en los principales vehículos para la nueva música de compositores como Schönberg, Webern, Ígor Stravinski, Benjamin Britten o Pierre Boulez. La música de cámara, que una vez fue el campo propio de los aficionados, se ha convertido, como la música de orquesta, en el terreno exclusivo de los músicos profesionales.