Es un yacimiento arqueológico prehistórico chileno, situado a orillas del arroyo Chinchihuapi, aproximadamente a 35 km al oeste de Puerto Montt, en el sur del país. Tras ser descubierto en 1976, las excavaciones arqueológicas se desarrollaron entre 1977 y 1985, convirtiéndose en uno de los hallazgos más controvertidos para la moderna arqueología, por la valiosísima información que ha aportado sobre la primitiva ocupación humana de América; se han reconocido dos estratos diferentes en el yacimiento.
El estrato Monte Verde I; ha revolucionado las teorías comúnmente aceptadas sobre la fecha del poblamiento humano de América. El hallazgo principal (realizado por el arqueólogo estadounidense Thomas Dillehay, y por Mario Pino, doctor de la Universidad Austral de Valdivia) se compone de 26 cantos tallados lanceolados y cordiformes; su datación por radiocarbono ha arrojado una antigüedad de más de 33.000 años, es decir, aproximadamente 15.000 antes de la fecha aceptada para la presencia humana en el Nuevo Mundo.
El Monte Verde I es mucho más antiguo que cualquier otro yacimiento de América, y la comunidad científica tardó en aceptar de forma unánime esta datación, que chocaba frontalmente con la teoría generalmente compartida sobre el proceso de poblamiento americano. Según aquélla, éste se explica a partir de la migración de pueblos siberianos y mongólicos que atravesó el estrecho de Bering aprovechando que se encontraba helado por la última glaciación hace 20 o 22.000 años. Esta ola migratoria se habría extendido más tarde por todo el continente, desde Alaska hasta la Patagonia, ocupando lógicamente en primer lugar el hemisferio norte. En enero de 1997, Dillehay, junto a un prestigioso equipo de arqueólogos de diversas instituciones científicas, logró certificar el valor de las piezas arqueológicas encontradas en Monte Verde, lo que reabría la búsqueda de nuevas hipótesis que permitan explicar adecuadamente cómo y cuándo se pobló América.
El Monte Verde II; el más reciente, era un campamento de un grupo de cazadores-recolectores que permanecían en él la mayor parte del año. Está datado al final de la era glacial, entre el 12500 y el 13000 a.C., y supone una de las primeras muestras de sedentarismo registradas en América del Sur. De hecho, el descubrimiento de este asentamiento supuso que se cuestionara la hipótesis de que los restos de la cultura clovis (que se data en torno al 11500 a.C.) correspondieran a los primeros americanos.
Los investigadores han encontrado industrias líticas poco desarrolladas, consistentes en bifaces de cuarcita y basalto, astas de lanzas, bastones apuntados y mangos de madera, así como algún instrumental óseo. Además, han descubierto los pilares de madera de una choza y de otra docena de estructuras domésticas no muy bien diferenciadas. Por su disposición se intuye que las habitaciones se construyeron formando hileras regulares con algún tipo de cubierta a dos aguas, probablemente de ramas. También se han encontrado morteros de piedra, tres hornos de cerámica, y restos de algas marinas y plantas medicinales. La fauna local asociada se compone de guanacos y de una variedad sudamericana de mastodonte, el Cuvieronus Specialis.